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M. CARMEN SÁIZ NEUPAVER nació en Jerez de la Frontera(septiembre, 1979), ciudad donde reside actualmente. Es licenciada en Derecho por la Universidad de Cádiz y su temprano interés por la poesía le ha llevado a obtener el Premio Internacional de Sonetos Bruno Alzola García así como una Mención Especial en el Certamen Pilar Paz Pasamar y en el Concurso de Expresión Joven de 2007 en Jerez.
POÉTICA: La Poesía es un locutorio entre el mundo y uno mismo. Y exige el abandono de cierto pudor emocional para abordar los folios como ouijas, donde emplazar a los fantasmas personales, los temores… y poner de manifiesto también las heridas de la realidad social en que vivimos. Asimismo -y citando parte de uno de mis sonetos- diría que sólo el poeta acepta el sacrificio / tan vano de intentar que albergue un verso / vida, y lata, y refleje en su reverso / el rostro de una voz entre el bullicio.
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Intentos
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Has intentado a solas –y lo escondes–
vaciar la oscuridad de algún perfume
y corregir el rumbo de la niebla.
Reconocer un miedo y explicarlo.

Aún pretendes, siempre a solas,
atravesar las riadas de un mutismo
de la misma manera en que los ojos
rebasan el umbral de alguna voz.

Presencias todavía, cada noche,
cuanto pudor desprende la palabra,
esa bañista frágil y desnuda
que alguna vez, bajo el relente,
enferma de rubor en tus cuadernos.

No ha encogido tu asombro al comprobar
qué siesta de cenizas y naranjos
duermen las celdas rotas de la tarde.

Mientras haya unas manos que describan
en otras la ternura, un sopor
bajo tu piel explicará
en qué hipnosis de tinta la sumergen.
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Atada por amor, amoratada
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Hay monstruos encarnados en amantes
y querellas de amor, encarnizadas.
Ensañamientos tan fieros cual sombras
y sombras que se ensañan como fieras.

Las grúas del dolor se desplomaron
sobre el solar de la tarde
y sus pisadas, más allá de un sueño
de alamedas con niños en patines,
atada por amor, amoratada,
bajo un febril bostezo de inquietud.
Y hurgaba en sus arranques el temor,
el temor y la niebla estremecida
de los ojos que eligen no mirarse
en los velados bordes de la bruma.

Se accidentó su voz en el silencio
de tanto resbalar por las palabras.
No consiguió su verso acordonarle
en la sola redada de los folios…
Bregó con los ultrajes y las culpas
y se lavó las manos el silencio
en el barranco gris de sus pupilas.

El cielo no extendiera aquella vez
ninguna alfombra roja
y un banquete de nubes alargó
la fría sobremesa del verano.
Vino entonces su voz a suicidarse,
atada por amor, amoratada,
como si -contrariados sus deseos-
le fuese ya vivir un imprevisto,
después de haberse muerto tantas veces.
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Bendito accidente (soneto)
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Jugando a ser crupier toda mirada,
de pronto sucedió tras saludarte
que, ante esas cartas que el amor reparte,
andaba bien mi suerte barajada.

Conquistó un full de luz nuestra jugada…
Bendito el accidente de encontrarte.
Por fin descubro que quizás hallarte
fue otra forma de hallarme, en ti encontrada.

Sirviendo a la ternura que destilas,
haría de mi voz una venencia
inclinada de amor hacia tu copa.

Y siendo catavino en tus pupilas,
a tientas yo brindara por la esencia
de la intrigante vid bajo tu ropa.
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