CARLOS RIVERA (La Coronada, Córdoba, 1941). Licenciado en Filosofía y Letras, fue fundador del grupo Zubia. Ha publicado doce libros de poesía, entre los que destacan: Diario a bordo de una isla (1981), Discurso de espuma (1991), El verbo en la llaga (1992), Bella época (1993) y Mirando al mar que vuela (2004). Su obra ha sido antologada en varias ocasiones (La memoria y la sangre, Árbol de fuego, etc.). Colabora habitualmente en las páginas de opinión de Diario Córdoba. Alojado en www.elpelao.com/letras/index/php tiene una página personal y literaria en internet que lleva su nombre.
POÉTICA: Lo que empezó siendo, para mí, una temeridad de adolescencia, acabó por convertirse en la disciplinada mesura del buscador de un grial en una tierra incógnita de la que emana siempre una extraña e irrepetible música que seduce a los naúfragos.
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Ayer o Musa
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Fue una temeridad de adolescencia :
busqué el grial, leía entonces a Voltaire,
y como disciplina de la fatal mesura,
transgrediendo la lógica,
puse mis ojos en oscuros
enigmas del oráculo,
salté los muros del corazón,
recorrí los planetas del instinto
recogiendo las flores, criaturas matutinas,
de Rilke y Babilonia,
con la voluptuosa complacencia
del precursor, busqué el grial, conservo
todavía en los ojos el rastro inextinguible
de la insensible duración del ángel.
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******************************(De Discurso de espuma)
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Orden jónico
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Días le nace el corazón
de resinas del bosque de los sueños
y el lándano que canta, gota a gota,
vomita un ser azul.
Ni Pan toca la flauta,
ni las fuentes heridas conocen el secreto de su música,
mas el atisba las caderas del viento
que le traen praderas ondulantes
de mares jónicos,
Píndaro con sus labios libando ojos al abril
y el beso de Paris
inaugurando el acto de la vida
en el helado corazón de Helena.
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******************************(De Bella época)
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Desierto reinante
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De haber leído a Kant le queda un vago
olor a las cenizas
de la razón
si duerme el soplo del poema
si escancia de su vino
la delicada duda que aún sostiene
su presencia de espíritu
y si, reconciliado a la obediencia
sensible,
simula ser, repara lejanías
sin represalias,
confía sus secretos irreflexivos a quien siente
su distinción de miles gloriosus que retorna
de los campos de Troya sin más herida abierta
que la del corazón.
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******************************(De Bella época)
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El sueño de Coleridge
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Traía en la maleta de cartón
un genocidio de violines,
los zapatos con niebla de Atocha en el andén
del corazón.
Volvía a casa
con el salto delfíneo del poema en los ojos,
con los harapos de aquella melodía
del viejo Coleridge,
porque un día de marzo,
con la mirada vagamente en flor,
soñé que atravesaba el paraíso
y que mi mano ardía de una rosa
y que la rosa ardía de mis ojos
como una prueba irrefutable.
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******************************(De Discurso de espuma)
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Deambular
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Deambular
con la dialéctica evidente desnuda y sin papel donde ser luz
flipando con palabras que son como una fuente de locura
y bebiendo cerveza por todos los tugurios de la noche
y sintiendo la huella de mis antecesores monográmaticales
respirando el secreto de las sombras fugándome
violín o volador y deteniéndome
en pleno vuelo por la noche fragante de la calle Judíos
recordar que hace cientos de años que tengo este perfume
clavado entre los ojos
y no puedo, no debo revelarlo.
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